Un acto de amor: el Renacer después de un trasplante de hígado


Foto: María Regina Palacios

Felipe es un padre que donó parte de su hígado para salvar a su hija, mientras que, María y Sandra, necesitaban con urgencia un trasplante para recuperar su vida.

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“La niña de la sonrisa eterna”, esa es la frase con la que Felipe Alarcón describe a su hija Martina, a pesar de las dificultades, los tratamientos y los retos que representaba ser diagnosticada con una atresia de vías biliares, una enfermedad que la llevó a necesitar un trasplante de hígado.

Nosotros siempre la veíamos muy amarillita, sacamos una cita médica para saber qué era lo que estaba sucediendo”, señaló Felipe sobre la decisión que posibilitó la detección temprana de la enfermedad que aquejaba a su hija recién nacida.

Tras el diagnóstico, la prioridad era comenzar el proceso, por eso, inmediatamente tuvieron que trasladarse a urgencias para que la hospitalizaran. Fue en ese momento que comenzó el largo y complejo camino que ha marcado sus vidas.

Sobre todo, porque su hija estaba muy pequeña, “estábamos empezando a tener a alguien en los brazos, formarla, aprender a criarla, y ahora teníamos una condición más que era una complicación de salud”.

Pese a que, tenían una relación lejana y pasajera con lo que implicaba un trasplante de órganos, ya que conocían de casos de personas que necesitaron de dicho procedimiento, fue muy diferente cuando les tocó vivirlo de primera mano.

Cuando les hablaron sobre la donación de órganos en vida y la posibilidad de que uno de los familiares fuese el donador, no faltaron los candidatos, “todos queríamos ser esa persona que ayudara a Martina a salir de esa situación”.

Después de varios exámenes, determinaron que Felipe cumplía con las condiciones para ser el donante de Martina. “Yo decía, no a mí déjenme ya y salgamos de esto, opérennos, porque yo necesito es tener a mi hija inmediatamente perfecta”.

Llegó el día de la cirugía que le otorgó una recarga de vida a Martina, quien, tras el trasplante, tuvo un cambio instantáneo que claramente se reflejaba en su físico, y en su recuperación, que fue más rápida de lo esperado.

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Renacer en medio de la adversidad: la espera de un trasplante de hígado tras años de dolor

Desde que María Regina Palacios tiene uso de razón, siempre ha sufrido de dolores abdominales, los cuales, eran catalogados como una gastritis, un dictamen que no convencía a las personas más cercanas a ella.

Finalmente, en 2008 le realizaron unos estudios más exhaustivos, que le permitieron a los médicos que la trataban darle un diagnóstico más claro frente a sus síntomas.

“Se dieron cuenta que tenía cálculos dentro del hígado”, pero ese no era el final de la lucha de María Regina, en realidad, este sería el comienzo de lo que ella considera una batalla.

“Es complejo porque eso es algo que no es común, incluso alguna vez un médico me dijo que yo me había ganado la lotería sin comprarla, porque no a muchas personas les da eso”, destacó.

A pesar de que le practicaron múltiples cirugías, procedimientos y hepatectomías, el cual consiste en extirpar una parte del hígado, algunos cálculos no pudieron extraerse, por lo que siguieron haciéndole daño hasta afectar su órgano por completo.  

Fue así como María Regina empezó con recaídas frecuentes, infecciones, graves malestares que la llevaban a quedarse hospitalizada, además, iniciaron drenajes biliares, entre otros procedimientos que buscaban aliviar su situación.

“Se dieron cuenta que el hígado estaba cirrótico, ya había que cambiarlo”, en otras palabras, inevitablemente necesitaría un trasplante, un término que para ella significó la muerte, “porque es una experiencia nueva, uno sabe que tiene muchos riesgos”.

En medio de las dudas y los temores por el trasplante, tuvo que desplazarse a Medellín, donde le hicieron dos llamados, el primero que le informaba que otra persona había sido priorizada, y el segundo, dándole la buena nueva de que seguía en la lista para que le realizaran el procedimiento.

Pero, la operación no resultó fácil, debido a que tuvieron que ingresarla nuevamente de urgencia al quirófano para hacerle un injerto de arteria, porque algo estaba funcionando mal en el órgano al momento de encajar con el cuerpo de María, lo que hizo complicado su trasplante.

Los médicos me dicen que fue complicado mi trasplante por la condición del órgano, de mi cuerpo como tal, pero pues todo salió bien, me voy recuperando bien gracias a Dios, he tenido mucho acompañamiento de mis médicos, de mi familia que fue un apoyo importantísimo”, precisa María.

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El milagro de la vida: los desafíos de Sandra por encontrar un diagnóstico y un trasplante

“Realmente cuando yo enfermé no hubo un diagnóstico, yo empecé a caer en diferentes síntomas, y hasta el momento en que tuve conciencia, no hubo un diagnóstico, no se sabía que tenía, no se sabía que me estaba pasando”, precisa Sandra Paola Beltrán.

Todo comenzó con pérdidas de memoria por cortos lapsos, sumado a la sensación de cansancio, acompañado de fatiga y cambios de temperamento; pero como la caída de un dominó, poco a poco Sandra presentaba nuevos indicios de que su salud empeoraba.

Aunque su familia intentaba entender y dilucidar que era lo que la estaba afectando, era muy difícil, pues, “como todo sucedió en un tiempo récord, no alcanzaban a masticar y asimilar lo que me estaba pasando, cada día era una noticia peor sin diagnóstico, entonces todo cae, la fe cae, las esperanzas caen, todo”.

En su mente sigue muy fresco el recuerdo de los numerosos exámenes que le realizaron en búsqueda de un dictamen que explicara sus síntomas y la raíz de su malestar, el cual, la afectó al punto de encontrarse en un estado de encefalopatía, que se refiere a una pérdida de la función cerebral.

Después de todo, un día llegó el anhelado diagnóstico de Sandra, que fue informado a su familia, junto al anuncio de que la única opción era inscribirla en una lista de urgencia que les permitiera encontrar un hígado que fuese lo más compatible para realizar un trasplante.

“En mi caso fue por envenenamiento, prácticamente el hígado dejó de funcionar, dejó de filtrar todo ese desecho de la alimentación, y lo que hace el cuerpo es empezar a envenenar la sangre, empezar a envenenar el cuerpo, y ya cuando el envenenamiento es tan alto y la toxicidad es tan alta en tu cuerpo, empieza a subir al cerebro”, señala Sandra.

El trasplante de Sandra no resultó fácil, fue un proceso lento, mientras todos los que la rodeaban le decían que esto simbolizaba vida, para ella estaba muy presente el miedo de volver a pasar por la misma enfermedad que antes la aquejaba.

El deporte es parte de mi terapia, parte de mi medicina, porque es la forma de agradecerle a mi ángel el hecho de que esté allá arriba y yo esté aquí abajo, una forma de estar cerca de él”, comenta Sandra.

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¿Cómo afecta al cuerpo una falla en el hígado?

De acuerdo con la doctora María Juliana Rodríguez, se requiere bastante tiempo para que un órgano como el hígado falle, dado su tamaño.

No obstante, cuando el hígado presenta problemas empiezan a acumularse sustancias tóxicas, a presentarse problemas de orientación, de memoria, de conciencia.

Así como, “en las facultades mentales superiores, ya no recuerdas cosas, puedes empezar a sangrar, te puedes colocar amarillo y esa bilirrubina empieza a picarte, y eso altera tu calidad de vida, te sientes débil”, menciona Rodríguez.

Esto compromete tu estado funcional, dificultándote acciones cotidianas como incorporarte en una silla, impactando no solo tu salud, sino tu círculo familiar, social y laboral.

“Toda la familia tiene también que dedicarse a cuidar a esta persona, tristemente la ven como día a día se va acabando hasta fallecer, a menos que sea trasplantada”, indica Rodríguez.

Pero, en medio de esto hay algo positivo respecto a los avances que ha tenido la medicina, principalmente, en la posibilidad de dar vida a través de la regeneración del hígado.

El trasplante hepático ha salvado a muchísimas personas por esa misma característica de poderse regenerar, y esto nos permite que muchos trasplantes que se hacen en vida, salven más vidas, aún más que otros órganos que tenemos en necesidad”, detalla la doctora Carolina Guarín.

Otro factor importante es la salud mental de los pacientes, su fortaleza, el acompañamiento y apoyo de sus seres queridos, y el valor que le dan al órgano que recibieron.

REDACCIÓN CANAL INSTITUCIONAL