Reconstruyendo Rostros, la primera fundación en el país por las víctimas de los ataques con ácido
“¿Quién la mandó a ser tan bonita?”, fue la frase que el agresor de Gina Potes, sobreviviente de un ataque con ácido en Colombia, pronunció tras lanzarle esta sustancia en el rostro. Tras 26 cirugías reconstructivas, decidió transformar su dolor y ayudar a otras mujeres víctimas.
Por: Ana Lucía Rey González- Equipo digital Canal Institucional
Gina Potes es la directora de la Fundación Reconstruyendo Rostros, la primera en el país en brindar un acompañamiento integral a las mujeres víctimas de ataques con agentes químicos.
Esta mujer, que vio como sus sueños se desvanecían un 28 de octubre de 1996, justamente en la puerta de su casa, cuando un desconocido la atacó con ácido; decidió reinventarse, contar su historia y empoderarse de una causa por la que hoy en día continúa luchando. “Soy mujer, guerrera, bonita, sensual…porque una cicatriz no me hace menos mujer”, dice.
Junto a otras sobrevivientes, como Nubia Patricia Espitia, víctima hace once años; Gina se ha convertido en una abanderada de los derechos de las mujeres en Colombia.
Según cifras del Instituto de Medicina Legal, en 2015 se presentaron 188 casos de quemadura con elemento químico solo en mujeres -que representan el 73% del total-. Por su parte, Espitia asegura que en 2016 se registraron 1000 en todo el país. De estos, solo 70 casos son conocidos y tratados actualmente en la Fundación. Y aunque su deseo es apoyar a más personas, asevera que no cuentan con el apoyo económico para hacerlo.
Los ángeles de las víctimas atacadas con ácido
La Fundación Reconstruyendo Rostros, además de apoyar a las víctimas mediante un acompañamiento psicológico, busca que ellas logren reforzar su autoestima, a través de un equipo de voluntarios en distintas disciplinas.
Ciro Garnica, odontólogo; Alan González, cirujano plástico, y Eugenio Cabrera, oftalmólogo, hacen parte de este equipo, que gracias, también, al apoyo de organizaciones privadas y ciudadanos del común, hacen que las mujeres retomen su vida y reconstruyan sus sueños. “No pagamos ni un peso; todo lo donan ellos – desde las salas de cirugía hasta los medicamentos-”, dice Espitia.
Para ella, quien se ha sometido a 33 procedimientos quirúrgicos, las cirugías “tienen que hacerse con compromiso”, pues, sino es así, esto causa consecuencias psicológicas severas en las atacadas. Por esta razón es que cuentan con voluntarios profesionales en distintas áreas, quienes tienen la valiosa y titánica misión de volver a dibujar las sonrisas de las 70 mujeres que pertenecen a la Fundación.
Además de las donaciones que reciben, también existen voluntarios que regalan su tiempo– la mayoría de ellos jóvenes universitarios-. Labor que, afirma Espitia, es clave para la recuperación de las víctimas. “Si cada uno se tomara esa tarea de, al menos una hora de tiempo, todo sería distinto. No solo es el querer, es el actuar y el hacer”, agrega.
Ante esto, Espitia enfatiza en el papel de la sociedad, no solo evitando la discriminación; también apoyando a esta población en la reintegración laboral, mientras realizan su recuperación. “El sector privado tiene mucha responsabilidad”, afirma.
La violencia de género no es solo física
En la Fundación, dice Espitia, no solo se trata este tipo de violencia. “Han llegado víctimas del conflicto armado”, cuenta. Como el caso de una mujer que logró huir de las filas de la guerrilla con su hijo de once meses y, además, fue agredida con una sustancia química.
Y es por eso que, dentro de sus pilares, está la sensibilización de esta problemática en la sociedad, partiendo desde los niños y adolescentes; por lo cual, llevan a cabo jornadas por todo el territorio nacional.
De hecho, dice Espitia, se encuentran trabajando en una iniciativa denominada ‘Vibratón 2017’ que, en otras palabras, “es una teletón para las mujeres que han sufrido cualquier tipo de violencia”.
Igualmente, buscan crear una línea 24 horas para ellas y sus familiares, pues este tipo de hechos “generan la destrucción de las familias”.
Ley Natalia Ponce, ¿suficiente para frenar los ataques?
Si bien, y gracias al resonado caso de Natalia Ponce de León, las víctimas lograron que se aprobara una ley que castiga severamente a los atacantes, con 30 a 50 años de prisión, y se tipificaran las “lesiones con agentes químicos o ácido” como un delito; para la Fundación Reconstruyendo Rostros aún resta un largo camino (lea el documento).
“Necesitamos algo integral, un apoyo más conciso y más fuerte, pues del papel al hecho falta mucho”, afirma Espitia.
Más información en Reconstruyendorostros.org
Fotografía tomada de la fan page de Facebook de la Fundación Reconstruyendo Rostros.