HiSol, un emprendimiento con madera reciclada
Juan David Manjarrés fue miembro del Ejército Nacional durante diez años. El 19 de marzo del año 2013, cuando hacía parte de la Brigada Móvil No. 4 y durante una operación militar realizada en el departamento del Meta, fue herido con un arma de fuego. Como consecuencia del accidente sufrió múltiples fracturas, que le ocasionaron lo que se conoce como ‘caída de pie’ (un problema nervioso y muscular que impide levantar el pie correctamente).
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Luego de ser trasladado a Bogotá y estar hospitalizado durante 45 días en el Hospital Militar, inició su proceso de rehabilitación. Meses después fue pensionado por el Ejército, pues la Junta Médica dictaminó que su discapacidad era del 68% y esto le impedía continuar con sus actividades dentro de la institución.
Juan David regresó a casa para enfrentar una nueva vida, junto a su esposa y su familia. Al lado de sus seres queridos, este joven empezó a reinventarse y a trabajar en la creación de un nuevo negocio.
Los padres de su esposa trabajaron toda la vida en carpintería y en el ejercicio de su labor, desechaban la viruta sobrante de la madera. Su esposa tuvo la idea de reciclar este material y utilizarlo para elaborar accesorios decorativos. "Inicialmente se hacían floreros aromatizados con esencias, se pintaban con anilina y se aromatizaban", recuerda Juan David.
Así nació HiSol, el emprendimiento en el que trabaja arduamente con su esposa hace cuatro años y que, hoy en día, comercializa artesanías, recordatorios para eventos especiales y accesorios para mujeres, todo hecho a mano con madera reciclada.
El nombre de la marca está inspirado en los paisajes del municipio de Fusagasugá. “Nosotros somos de la región del Sumapaz y tenemos el cerro de Fusacatán, que es donde nace el sol. HiSol hace referencia a Hijos del Sol”, cuenta Manjarrés.
En el proceso de crecimiento de esta microempresa, Juan David ha recibido el apoyo del Centro de Rehabilitación Inclusiva (CRI), del Ministerio de Defensa Nacional; lugar al que llegó por recomendación de un amigo y en el que encontró ayuda psicológica, alimentación, hospedaje y asesoría en temas de emprendimiento y empleabilidad. “Yo me enteré por medio de un compañero que se inscribió. Vine en el 2016 e ingresé el 9 de agosto de 2017 y me hospedé por aproximadamente un año”, dice.
“En el CRI no te preocupas por nada, por lo único que debes preocuparte es por aprender”
En este centro, Juan David pudo capacitarse en gastronomía y realizó un curso técnico con el SENA en mantenimiento de computadores. Ahora, este joven emprendedor está a punto de terminar su carrera profesional en Administración de Seguridad y Salud Ocupacional, que está cursando en la Universidad Militar Nueva Granada.
Él y su esposa ya están comercializando sus productos a nivel nacional, gracias su página web y con ayuda del CRI pueden ofrecer sus productos en diferentes eventos en los que participa el Ministerio de Defensa Nacional.
Este joven sigue trabajando y sueña en grande de la mano de su esposa. “Queremos darnos a conocer internacionalmente, que nos reconozcan por ser un producto hecho en Colombia, artesanal, en el que se utilizan recursos reciclables. El sueño es poder exportar algún día nuestros productos”, asegura.