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Continúa la travesía por la llanura. La libertad no da espera
El paso de los ríos era peligroso y prolongado. Los que sabían nadar salían pronto del atolladero y ayudaban a los demás; para los otros se fabricaban botes o especie de zurrones formados de una piel seca de res, a la que se le pasa por toda la orla a manera de torzal, un rejo con que se recogen los extremos y servía para conducirle en el agua; allí pasaban los más miedosos, los equipajes y municiones. Un paso con bastante lentitud, zozobra y peligro.