9 de abril: ¿Qué llevó a Bogotá a vivir los eventos de aquel día?
La muerte de Jorge Eliécer Gaitán fue el detonante de una jornada de terror, muerte y destrucción, que tiene sus antecedentes en la situación política y social que mantenía Colombia en aquella época.
Jorge Eliécer Gaitán cayó asesinado el 9 de abril de 1948, víctima de tres balazos que disparó (según múltiples versiones), Juan Roa Sierra, quien luego fue linchado por la turba enfurecida. Con Gaitán también murió la esperanza de miles, quienes creían en el líder liberal y en su poder, para encaminar a Colombia a un mejor futuro.
Esta desazón de un sector del pueblo, firme con las ideas y propuestas del 'caudillo', podría responder a la cuestión de por qué tanta violencia, tras el atentado. ¿Qué llevó a una sociedad a destruirse, matarse y acabar con lo que tenia a la vista?
Aquella tarde será recordada en la historia de nuestro país como una de la más violentas, sangrientas y tristes. De 500 a mil muertos, comercios saqueados y una ciudad semidestruída: el balance de una jornada de horror, que no solo se explica con la muerte de un líder político, sino con los hechos que antecedieron a ese instante, el cual se convirtió en la chispa de la gran explosión.
El 9 de abril encuentra explicación en la violencia bipartidista que aquejó a Colombia en buena parte del siglo XX, esa que desencadenó la Guerra de los 1000 días y otros episodios de tensión y violencia, protagonizados por liberales y conservadores, en medio de su cruel lucha de poderes y cuya victima permanente era la sociedad colombiana.
La distancia ideológica entre ambas, que data del siglo anterior, siempre se movió entre su permanente disputa por el poder y la llegada a los altos cargos de gobierno. Por ende, también se volvió disputa de territorios y de toma de decisiones.
Esta amplia diferencia de liberales y conservadores polarizó y, en varios casos, radicalizó al país, que se tenía que pintar de rojo o azul, en las épocas más duras de bipartidismo. Así, ambos partidos se dividieron el país y se turnaron en el poder.
Luego de la Guerra de los 1000 días, la hegemonía fue conservadora y esta se enfrentó a una fuerte oposición liberal, liderada, entre otros, por políticos y activistas como Gaitán, fuertes denunciantes de hechos cruciales como la Masacre de las Bananeras.
Esta matanza, en la que cayerón cientos de trabajadores de la 'United Fruit Company' a manos del Ejército, con órdenes de dispersar la huelga de empleados que había germinado, cambió el panorama político a favor de los liberales, quienes tuvieron su turno en el poder, tras la etapa continua de conservadores como mandatarios.
La división bipartidista era tensionante y extrema. Líderes como Gaitán, formado ya como liberal que encabezaba su partido, al momento de su presencia como candidato, acaparaban cada vez más apoyo de votantes y políticos, quienes vieron en él a un líder natural que podría direccionar al país hacía un rumbo de paz y prosperidad.
Así mismo, el bando contrario, consciente del peligro que representaba para sus ideales, afiló sus estrategias de lucha política para hacerle frente, haciendo más fuerte su discurso y el fanatismo de sus seguidores. Este sentimiento, combinado con el de los más radicales liberales, solo produjo una rabia colectiva, que vistió la polarización en Colombia. Y esta, concentrada por años. estaba a punto de desbordarse en una tragedia.
Todo este clima, sumado a fuertes condiciones de desigualdad, pobreza, violencia y desigualdad de la sociedad, se mezclaron para hacer la bomba de tiempo, que terminó detonando con la muerte de Gaitán.
El día de su muerte, ese 9 de abril, la violencia estalló producto de toda esa radicalización, polarización, odio y desazón general. La respuesta no fue otra que la muerte y la destrucción. Además, el líder asesinado llegó a ser la voz de los más desfavorecidos, quienes lloraron su pérdida, uniéndose a la matanza. Les habían arrebatado una esperanza de cambio y progreso.
La furia de aquel día se reflejó en la forma en la que ajusticiaron a Roa Sierra, a quien mataron a golpes y luego exhibieron en plaza pública. Una demostración propia de la gravedad de los hechos de esa nefasta jornada, que evidenció lo lejos que estaba el país de entenderse, de llegar a un consenso por el bien común.
El 9 de abril murió un hombre, que se proclamaba como el pueblo. Pero fue el propio pueblo el que terminó padeciendo aquella tarde bogotana.
REDACCIÓN CANAL INSTITUCIONAL